Este síndrome de Burnout afecta principalmente a los trabajadores de la salud, donde los profesionales están en contácto diario con la enfermedad y la muerte, además del volumen de trabajo, la presión para realizarlo más la amenaza de un juicio por mala praxis ante cualquier error.
La caída del valor social de la profesión, el creciente número de pacientes, la falta de recursos, la presión horaria, la impaciencia de los pacientes y en estos tiempos la mala educación o el mal trato de estos a los profesionales, las bajas retribuciones salariales y la falta de estímulos son factores que llevan a estos profesionales a perder la idea de servicio a los demás, de idealismo, de compromiso con su trabajo y con el paciente, de autoexigencia y autosuperación.
Todo se transforma en una rutina diaria donde el profesional se presenta dispersado, despersonalizado, desinteresado, como si estuviera inmunizado ante los problemas ajenos que él debe resolver.
Es fácil detectarlos, se los ve lentos, poco activos, cansados, grises, es como si no escucharan al paciente o como si estuvieran mentalmente en otro lado y en consecuencia las respuestas y soluciones que dan a sus pacientes son las ortodoxas o genéricas para cada enfermedad sin importarle demasiado el paciente como persona.
Entonces se transforman en una máquina de derivar el paciente hacia otros especialistas o de recetar genericamente, cumpliendo así con los requisitos para que no crearse compromiso alguno en caso de un agravamiento del paciente, es decir tratando de "salvar el día".
Es peor aún cuando se transforman en agentes de venta de algún laboratorio recetando medicación, porque saben que los laboratorios se enteran quienes recetan sus medicamentos y talvés el laboratorio tenga la gentileza de obsequiarle un pasaje y estadía a algún congreso médico internacional de la especialidad.
Suponiendo que el promedio de vida humana sea de 75 años, el médico de haberse recibido a los 25 años ha invertido un tercio de su vida para serlo, es pues una inversión importante por lo que podría haber generado grandes expectativas, por lo tanto si no tiene una actitud de servicio o idealismo es bastante difícil y frustrante la tarea en especial en condiciones no ideales.
Frustración a la que ayuda el paciente cuando se comporta agresiva o irracionalmente, ya que no solo no colabora con el médico, sino que no se ayuda a si mismo ya que deberá ser ese médico quien deberá curarlo para lo cual es conveniente que tenga la mejor disposición y claridad posible, o talvés el paciente decida consultar otro médico, perdiendo tiempo que en cuestión de salud suele ser importante.
Aquí se genera una realimentación frustraciones o de energía negativa debida al desinteres del profesional y la agresividad por parte del paciente que termina perjudicando a ambos. La mejor relación debe ser armónica, de mutua estimulación, de mutua colaboración, ya que uno tiene el problema y el otro la información para resolverlo, cuanto más en equipo trabajen ambos mayores serán las posibilidades de éxito.
Por último a quienes acuden a una consulta médica se los llama pacientes, talvés sea porque esta actitud de ser "paciente" es lo mejor para todos.
C.I.E.A.O.