Exfoliación corporal
No cabe duda de que la Madre Naturaleza posee una gran sabiduría. Prueba de ello es que nuestra piel -cuyo aspecto es reflejo de la belleza y salud- se renueva de manera automática cada 28 días.
Por lo menos, eso sería lo ideal, si no fuera por la contaminación y una exposición indebida al sol y al viento, de la que somos principales responsables.
Para aminorar el daño que nosotros(as) mismos(as) le provocamos a nuestra dermis y que demora su renovación, necesitamos brindarle un tratamiento integral que recupere su vitalidad. La mejor manera de hacerlo es comenzar por el procedimiento básico del peeling corporal, que además de no ser muy caro prepara la piel para la aplicación de otros tratamientos destinados a embellecerla.
Como su nombre lo indica, en el peeling corporal se realiza una completa exfoliación del cuerpo, que al descamar superficialmente las células muertas de la piel la oxigena y purifica. De esta manera, se encuentra lista para asimilar mejor los principios activos de tratamientos de hidratación, anticelulíticos y reafirmantes.
En la actualidad encontramos muchos formas de realizar un peeling para el cuerpo. Se puede utilizar cremas o geles con algún compuesto sólido que mediante movimientos de fricción permita abrir los poros y remover las impurezas. Así, una vez que haya sido retirada con una esponja y agua tibia la piel se encuentre tersa y lista para los siguientes procesos estéticos.
A quienes tienen la piel sensible se les aconseja usar productos naturales -que son poco invasivos y disminuyen el riesgo de manchas e irritación-, como los aceites y fangos con esferas de polietileno, las cuales son especialmente efectivas luego de la exposición solar. En este caso, los masajes también tienen que ser más suaves, con movimientos circulares que favorecen a la penetración de los compuestos.
Así mismo, se puede realizar un sencillo peeling corporal casero mezclando sustancias de uso común -por ejemplo, aceite de oliva, azúcar y café- y aplicándolas sobre nuestro cuerpo -también mediante masajes circulares- mientras nos bañamos, con énfasis en las partes rugosas, como los codos, las rodillas y los tobillos.