Lejos de salvar al mundo, la ingeniería genética no ha aumentado el rendimiento en un solo cultivo.
Se nos ha dicho repetidamente que los cultivos transgénicos van a salvar al mundo porque harán posible la producción de más alimentos debido a la utilización de semillas resistentes a la sequía, al control de plagas y a las hierbas indeseadas.
Todas estas reivindicaciones se han establecidos bajo falsedades. Años de experiencia en todo el mundo ha demostrado lo contrario. El hecho es que, la ingeniería genética no ha aumentado el rendimiento de un solo cultivo.
El centro de investigación Navdanya’s, que se encuentra en India ha demostrado que, contrariamente a la afirmación de Monsanto sobre el rendimiento de 1,500 kg por hectarea del algodón Bt, la realidad es que el promedio es de 400-500kg.
Un informe de los EE.UU de la Unión de Científicos Preocupados por el llamado Fracaso en el Rendimiento, ha establecido que la ingeniería genética no ha contribuido al aumento del rendimiento en ningún tipo de cultivo.
Según este informe, el aumento de rendimiento de los cultivos en los EE.UU. se debe únicamente a las características de rendimiento de los cultivos convencionales.
En 20 años de comercialización de cultivos transgénicos, sólo dos rasgos se han desarrollado a una escala significativa: tolerancia a herbicidas y resistencia a los insectos.
Los cultivos tolerantes a los herbicidas (o Roundup Ready) se suponían que harían el control de malezas y los cultivos Bt controlarían a las plagas.
Pero en vez de controlar las malezas y las plagas, los cultivos transgénicos han conducido a la aparición de supermalezas y superpestes, en los EE.UU., los cultivos Roundup Ready han producido hierbas que son resistentes a este herbicida.
Aproximadamente 6 millones de hectáreas han sido invadidas por supermalezas; con la intención de eliminarlas, agricultores han pagado alrededor de 25 dólares por hectárea aplicando herbicidas aún más letales, como el Agente Naranja, utilizado durante la Guerra de Vietnam.
En la India, el algodón Bt se vende bajo el nombre comercial de Bollgard, se suponía que este controlaría el gusano que destruye el algodón.
Hoy en día, se ha vuelto resistente al algodón Bt, por lo que ahora Monsanto vende Bollgard II, que contiene dos genes tóxicos adicionales. A raíz de este nuevo algodón han surgido nuevas plagas y los agricultores están utilizando grandes cantidades de insecticidas.
Monsanto ha estado afirmando que mediante la ingeniería genética se pueden generar cultivos de tolerancia a la sequía y otras características resistentes al clima.
Esta es una falsa promesa.
El Departamento de Agricultura de EE.UU. (USDA) indica en su proyecto de evaluación ambiental del nuevo maíz tolerante a la sequía, que “hay estudios disponibles sobre variedades igualmente comparables, producidas a través de técnicas convencionales de mejoramiento en producciones con regadío”.
Helen Wallace, de GeneWatch de Gran Bretaña advierte:
“La modificación genética de la industria, debe ahora poner fin a sus cínicos intentos de manipular la opinión pública en la creencia de que los cultivos transgénicos son necesarios para alimentar al mundo.”
Los cultivos transgénicos no pueden alimentar al mundo – tiene el potencial tanto para hacer daño y esclavizar al mundo.
Hay suficientes estudios independientes que muestran que los alimentos transgénicos pueden causar daños a la salud.
Por ejemplo, la investigación del bioquímico Arpad Pusztai ha demostrado que las ratas alimentadas con papas transgénicas han desarrollado un páncreas más grande, sufrieron encogimiento del cerebro y daño en el sistema inmunológico.
A su vez, la investigación de Gilles-Eric Seralini biólogo molecular de la universidad de Caen, ha demostrado que el daño a otros órganos también puede ocurrir.
Según Seralini, los datos recabados “pone claramente de relieve los efectos adversos en los riñones y el hígado así como los diferentes niveles de daño al corazón, las glándulas suprarrenales, el bazo y el sistema hematopoyético (sistema encargado de la formación de la sangre).
La industria biotecnológica ha atacado a Pusztai, Seralini y todo otro científico que haya hecho una investigación independiente sobre los organismos genéticamente modificados (OGM).
Parecería entonces que los transgénicos no pueden coexistir con la independencia y la libertad de la ciencia.
Además de su impacto en la salud, los transgénicos tienen un impacto ecológico severo, el caso más conocido de contaminación ha sido el del agricultor canadiense Percy Schmeiser que perdió la semilla de canola, como resultado de la contaminación de los cultivos transgénicos de vecinos.
Las semillas y cultivos transgénicos abren camino para que las corporaciones se “adueñen” de las semillas a través de patentes y derechos de propiedad intelectual (DPI).
Las patentes confieren derechos de autor para el titular de la patente de los monopolios corporativos.
Esto se traduce en enormes ganancias para Monsanto, pero para los Agricultores esto significa deuda.
Más de 250.000 campesinos indios han sido empujados al suicidio en la última década y media.
La mayoría de los suicidios han sido en el cinturón del algodón donde Monsanto ha creado un monopolio a través de semillas de algodón Bt.
La combinación de las patentes, la contaminación genética y la expansión de los monocultivos significa que la sociedad está perdiendo rápidamente su libertad, la libertad de cultivar sus propias semillas y la libertad de producir alimentos.
Los campesinos y productores están perdiendo la libertad de cultivar y guardar sus propias semillas y el cultivo de alimentos orgánicos.
Los ciudadanos están perdiendo su libertad de conocer lo que están comiendo y tener la opción de comer alimentos libres de transgénicos.
Esta es la razón por la que los cultivos transgénicos son un problema para la democracia.
Democracia alimentaria es el derecho y la responsabilidad de todos.
Cada uno de nosotros debemos defender nuestra libertad de los alimentos e instamos a nuestros gobiernos a proteger los derechos de sus ciudadanos y dejar de apoyar la toma de posesión corporativa de nuestras semillas y alimentos.
Los transgénicos son productos demoniacos para degenerar intencionalmente el cuerpo y dañar la mente de todo el mundo.